Tiro Raso

Fue un partido difícil, duro, físico. De esos en los que cualquier despiste se paga caro. Pero si tu equipo tiene un salvador, un mesías o una estrella, dale el balón y hará milagros. Y así ocurrió ayer en el Camp Nou. Messi cogió las riendas, se puso el traje de Dios y llevó a sus compañeros por el sendero de la gloria.

Villa puso punto y final a la temida situación de crisis con un gol en el minuto cuatro de partido. Xavi se revolvió en la medular y vio a Dani Alves en posición límite. Se la puso al pie y éste dejó atrás para que Villa empalmara el balón sin que Iraizoz pudiese hacer nada.

El Barça seguía creando y creando pero no encontraban el camino del gol. El Athelic jugó de tú a tú al conjunto catalán. Esperando un error. Y ese desacierto fue un penalti dudoso cometido por Busquets sobre Fernando Llorente. Iraola transformó la pena máxima y volvieron las pesadillas para Pep Guardiola. Simpre con la incesante sombra del Madrid por el retrovisor, a sólo 2 puntos con ese empate.

Los leones no se amedrentaron, no les valía el empate. Querían más. Prueba de ello fueron los dos cabezazos de Fernando Llorente. Uno se fue fuera por poco. El otro lo atajó Pinto con un acto increíble de reflejos. El miedo se palpaba en el ambiente. Casi remonta el Athletic. El Barça ya no se sentía seguro sobre el terreno de juego a pesar de que lo intentaba todo.

Ante la insistencia de los chicos de Guardiola, el Athletic bajó a defender con todo. Hubo momentos en los que los leones defendieron con hasta seis hombres en la línea defensiva. Arriba esperaban Llorente y Toquero, en mitad del oceáno, a que les llegara algún balón para montar la contra.

Las internadas a la portería de Iraizoz eran constantes. Llegaban de todos los frentes y de todos los colores. Alves era el dueño de su banda, Messi merodeaba el área bilbaína, Xavi ponía el juego e Iniesta hacía malabares con el esférico. El argentino y el de Fuentealbilla intentaban encontrar algún hueco entre tanto jugador. No había ni espacio para que el balón circulase. Entre tanto lío de piernas, el colegiado se comió un penalti de Javi Martínez sobre Messi. No había otra forma de pararle tras la jugada espectacular en la que se fue de hasta tres contrarios. Se metió en la cocina demasiado y el carnicero Martínez cortó de raíz cualquier intento de gol.

La jugada mágica pasó por las botas de los hombres más insistentes del partido. Xavi, Dani Alves y Messi derribaron el muro bilbaíno. El de Terrassa habilitó desde el mediocentro a Alves, que la acomodó al pie con un solo toque y esperó el momento exacto para centrar raso y que Messi ganara la posición para hacer el segundo de los culés.

Fue un partido vibrante y tenso que puso fin a la mala racha y que permitió mantener la distancia de cinco puntos con el Madrid.